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NUEVO LIBRO DEL ESCRITOR ALVEARENSE

Reaparece Buenavista como epicentro de 15 cuentos tragicómicos de Ceballos

De próxima aparición, esta obra será publicada por la Editorial Palabrava de Santa Fe y también saldrá con un sello de Estados Unidos.

Hace unas semanas, la editorial santafesina Pala­brava confirmó a través de sus redes sociales la publi­cación de un nuevo libro del escritor correntino José Gabriel Ceballos. Se trata de cuentos ambientados en el espacio mítico llamado Bue­navista, creado por el autor hace más de tres décadas. Si bien la producción literaria de Ceballos, como se sabe, abarca también narraciones cortas y novelas con una ambientación diferente, sin duda Buenavista se halla en­tre lo más reconocido de su escritura. 

Desde “El oidor y otros cuentos”, aparecido en 1985, se vienen sucediendo los textos “buenavistenses”, los cuales incluso ya pueblan tres antologías personales, dos en Argentina y una en Brasil. Pero esta nueva en­trega sorprende desde su tí­tulo: “Buenavista capital del sexo”. 

En paralelo a esto, el au­tor anunció en su muro de Facebook que el libro será editado este año también en Estados Unidos, lo que le da una dimensión internacio­nal aún antes de su lanza­miento en la Argentina. Por todo esto, NORTE de Co­rrientes consultó al autor a través de Internet, acerca de estos dos anuncios: el nuevo libro y su edición en Argen­tina y EE.UU.

—Llama la atención, despierta interés, el título del libro ¿Por qué ese nom­bre?

— Bueno... no es un libro pornográfico ni nada pa­recido. Pero para averiguar por qué se llama así hay que leerlo.

—El título sugiere una acentuación del humor sutil que caracteriza casi todo lo que escribiste so­bre Buenavista.

—El humor está, claro, es uno de los cimientos de Buenavista. Pero no todo es humor en este libro.

—El sexo aparece en gran parte de tu obra y casi siempre desde la mirada del humor. ¿Predomina esa fórmula ahora?

—Es cierto eso del vín­culo entre sexo y humor. Es que el bicho humano come­te las cosas más grotescas, o por lo menos cosas muy absurdas y graciosas, por el impulso sexual. Pero bueno, tengo muchos textos en que ese vínculo desaparece, y lo sexual se vuelve un medio para enfocar cuestiones, di­gamos, profundas, y natu­ralmente sin nada de humor. Me acuerdo por ejemplo de un cuento justamente de la serie de Buenavista y que se llama “Mágico striptease de la sabiduría”, en el que el sexo aparece para abordar el tema de la vejez. Y también está “La invasora”, una no­velita donde el sexo me sir­vió para tratar el tema de la fe religiosa. En cuanto a este libro, te diría que no, que lo que predomina en este libro no es un enfoque humorísti­co del sexo. 

—Has manifestado rei­teradas veces y en distintas ocasiones que deseabas dar por terminada la saga de Buenavista. ¿Por qué volviste al pueblito?

—Porque Buenavista si­gue tironeándome. Y porque me di cuenta de que sería estúpido mantener aquella resistencia, al menos por ahora. Contar con una usina literaria propia es una carga pero también un privilegio para un escritor. Una carga porque dificulta otras escri­turas, un privilegio porque te facilita una identidad para tu obra.

—El caso de Buenavista es bastante raro. Como au­tor renegaste de ella pero, sin embargo, tiene su co­horte de lectores asegura­da. Incluso sabemos que ya se ha escrito una nove­la sobre ese espacio míti­co. Si tuvieras que definir una atracción especial que ejerce ese pueblo, ¿cuál se­ría?

—Esa novela fue escri­ta por Alfredo Vara, y se­gún me dijo él se publicaría pronto. Es una novela corta con muchos de los perso­najes de la serie y con él y conmigo también como pro­tagonistas. Él llega al pueblo para trabajar como psiquia­tra, por un presunto apo­calipsis que obsesiona a los buenavistenses. Me pareció muy divertida. Pero el afec­to de Vara por Buenavista se explica en buena medida por su profesión de psiquia­tra, tanto es así que también escribió un ensayo sobre los buenavistenses. Conozco a otros psiquiatras enamora­dos de Buenavista, tal vez pasa tal cosa por la locura que sobrevuela esos cuen­tos. En Buenavista nuestra locura más o menos repri­mida anda suelta. Es ella la que asume casi todos los planteos, sobre casi todos los temas. 

—¿Es cierto que Buena­vista está inspirada en Al­vear?

—Eso dicen. Pero en todo caso, no fue una inspiración ni buscada ni consentida por mí. Me parece que lo que sucede en Buenavista sucede en cualquier pueblo chico y marginado del mun­do. Es más: creo que pasa en todas partes, sólo que en un pueblo chico se nota más. La tragicomedia humana es universal.

—De todos modos, no deja de llamar la atención que un mismo autor to­que registros tan distin­tos como los de “Víspera negra” o “Seis historias grises”, por un lado, y los cuentos de Buenavista por el otro.

—Es que mi literatura no tiene por qué actuar sobre la vida siempre de una misma manera. La puedo usar para abordar las zonas oscuras, pero también con un senti­do lúdico. Creo, incluso, que si me encerrara en lo prime­ro caería inevitablemente en la solemnidad, algo que detesto. 

—¿Estos textos que pu­blicás ahora fueron escri­tos durante la pandemia? Porque se supone que algo tan fuerte como la pande­mia puede influir en el pro­ceso creativo.

—Sólo tres o cuatro de los quince cuentos surgie­ron completos en cuaren­tena. Incluso hay uno que trata sobre una pandemia. Los demás, por lo menos las ideas, vienen de antes, y algunos son bastante viejos.

—¿Y qué podés adelan­tar de la publicación en Es­tados Unidos?

—Lo único que sé es lo que me informó Patricia Severín, la directora de Pa­labrava: que tienen confir­mada una coedición con un sello de Estados Unidos. La gestión es de Palabrava, a la editorial le pertenecen los derechos también para las eventuales publicaciones en otros países

—¿Seguirán aparecien­do cuentos de Buenavista?

—No sé, no tengo idea. Mejor dicho, ideas tengo pero no sé si tendré ga­nas de concretarlas. Por lo pronto, mis ganas están en un proyecto de novela con el que ando trabajando. Estoy grandecito y quiero producir todo lo que toda­vía pueda, pero debo darle prioridad a lo que más me entusiasma.