“La pandemia nos obligó a refugiarnos en la familia y debimos reinventarnos”
Lejos de las fiestas, se focalizan en varios emprendimientos.
El 2020 es un año de muchas dificultades para varios sectores de la sociedad que debido a la pandemia de covid-19 se vieron imposibilitados de trabajar. Los artistas son parte de ese grupo de la sociedad argentina que, en muchos casos, debieron reinventarse para poder subsistir. Los escenarios están prohibidos debido a la necesidad de evitar la aglomeración de personas y sólo se pueden realizar presentaciones a través de las plataformas virtuales. A esta dura realidad se suman las hermanas Rodríguez que, primero vieron cómo se truncaba su regreso a la música y luego, su trabajo en animaciones infantiles. Así, Clarisa, Mercedes y Lourdes debieron buscar nuevos caminos al igual que los músicos que las acompañaban: César Ojeda, en bajo; Alejandro Maldonado, teclado; Colo Fiat, batería, y Jorge Rivero.
—¿Cómo están viviendo este tema de pandemia?
—Este tiempo como a todos nos tomó de sorpresa y nos obligó a replantearnos muchas cosas, como personas, como sociedad, como familia, laboralmente. Nos enseñó a valorar lo que realmente importa, la salud, la vida, los seres queridos, los pequeños momentos...Tratando de ver también qué es lo que todo esto nos quiere decir, si hay algo que tenemos que cambiar para ser mejores personas, tratando de ver al otro con una mirada de amor, de ser más empáticos ya que no todos estamos transitando este tiempo de igual manera, y dando gracias a Dios porque seguimos adelante.
—En lo artístico, ¿cómo se vieron afectadas?
—En lo musical comenzábamos a formar un dúo con mi hermana Mercedes, justo ese viernes antes del 14 de marzo que creo que se anunciaba que comenzábamos la cuarentena, reanudábamos los ensayos de Las Rodríguez, así que se paró todo. Si bien comenzábamos recién, no lo sentimos tanto como muchos otros músicos que viven realmente de la música y que están pasando un momento complicado, entre ellos mi sobrino Juan Miguel, cantante de Mojitos, que todas sus actuaciones quedaron en pausa.
—¿Qué fue lo más difícil que tuvieron que afrontar en este tiempo?
—Lo más difícil fue el distanciamiento. Creo que como a todos, nos costó mucho el “Quedate en casa”, en la primera fase sobre todo donde no sabíamos aún qué pasaba. Tengo dos hijos y el miedo era mucho sobre todo de que se enfermen de cualquier otra cosa. Pensar en nuestros seres queridos de riesgo, el encierro y no poder salir con tranquilidad, el ajuste en lo económico. Con mi esposo hacemos radio en la emisora del Arzobispado, FM San Cayetano con un programa dedicado a la música católica llamado “Hoy es tiempo de alabar a Dios” y otro espacio que llevo adelante destinado a la mujer llamado “Alégrate Mujer”, que también fue todo un aprendizaje en ese aspecto. Hacer radio desde casa en el primer mes de cuarentena, pero tener que brindar compañía y aliento a otras personas, nos ayudó a nosotros también. No poder ir a misa para nosotros fue difícil también, ya que somos una provincia de fe muy arraigada, pero fue muy lindo hacer de nuestra familia y casa un pequeño templo de oración.
—En este marco, ¿pudiste retomar algún proyecto trunco?
—Este 2020, si bien estamos transitando un año difícil, reanudé proyectos de vida que habían quedado truncos y me dije “nunca es tarde para lograr aquello que nos propongamos o que soñamos”, así que estoy terminando mi Profesorado en Nivel Inicial que había abandonado hace mucho tiempo. Sueño con poder trabajar en un futuro con talleres y poder en alguna medida subsanar este año en el que muchos niños se han perdido de vivir su jardín de infantes, etapa preciosa de la vida. Vocación que heredé de Martha, mi mamá, docente de gran vocación y con quien en mi época de soltera acompañé trabajando, quien me despertara el amor por esta profesión.
—¿Cómo y cuándo decidieron reconvertirse?
—Durante 8 años trabajé en animación infantil y hoy no sé si hablar en pasado ya que no sé cuándo podremos regresar con esta actividad que compartía con mi hermana Lourdes, mi hermana Mercedes y mi esposo Jorge, donde realizábamos cumpleaños temáticos para nenas, Spa Party, Artesanas, Chiqui Reposteras y Chiqui Princess. La verdad que nos iba muy bien. Al comenzar esto de la pandemia y al cortarse toda reunión social, es una de las actividades que se desaparecieron por lo que comencé a pensar qué hacer, como tanta gente, seguro. Tenía guardada una máquina de coser, máquina que muchas veces pensé en vender; había hecho hace muchísimo un curso de muñequería. Cuando tuvimos que empezar a salir con barbijos, comencé a ver de esos tutoriales que salían por todos lados para hacerle uno a mi esposo, quien era el que más salía. Comencé a publicar en mis redes pero sólo para mostrar y ahí me comenzaron a preguntar precio y si enviaba a domicilio. Así fue cómo inició todo esto, el emprendimiento que hoy lleva el nombre de mis hijos que son mi motor.
Si bien estamos comenzando, me encantó esto de poder trabajar desde mi casa, esta vez junto a mi hija quien se encarga de las redes sociales, anotar los pedidos y mi esposo que me ayuda en los envíos. Fue un coser y descoser barbijos, ver qué modelos, patrones, ya que como se trataba de vender un producto debería ser presentado lo mejor posible. Mi familia y amigos hacían la prueba de calidad y una vez que me confirmaron que eran lo bastante buenos me animé y me lancé. Si bien el tema barbijos vino quizás para quedarse por un tiempo, quiero incursionar en otros productos hechos con tela como cosas para la casa, accesorios, eso descubrí también en este tiempo, hay una gama amplia de productos que uno puede ofrecer hechos a mano. La verdad nunca me imaginé cosiendo para vender, pero recordé a mi abuela Carmen, que partió al cielo en este tiempo de pandemia y que era modista; recordé su máquina, de esas antiguas, en su casa y me dije, “lo habré heredado de vos abuela, ¡gracias por eso!”. Mi abuela, una mujer que hizo de todo para sacar su familia adelante. Los próximos meses espero poder seguir creciendo, aprendiendo y que todo se vaya solucionando para todos, es lo que le pido a Dios. s