Consenso para mayor presión fiscal
El nuevo pacto, aunque no se llama así, es un entendimiento de la corporación gobernante para procurar recursos en el único lugar que conocen: el bolsillo de la gente.

La Cámara de Senadores de la Nación, con el voto de los correntinos del oficialismo, de la oposición y del medio, convirtió en ley el Consenso Fiscal que firmaron el presidente Alberto Fernández y casi todos los gobernadores, salvo el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y que contempla una serie de medidas que busca -dice el título oficial- “reactivar las economías provinciales” mediante el levantamiento del corset impositivo al que se habían comprometido tres años antes, durante el mandato de Mauricio Macri. Básicamente el acuerdo, que ahora se convirtió en ley y seguramente será promulgado para su entrada en vigencia inmediata, le da libertad a los gobiernos provinciales a subir la alícuota de Ingresos Brutos, que estaba bloqueada por el Consenso anterior y que ponía freno a la voracidad fiscal del Estado constituyendo así un escudo que protegía a los contribuyentes. Pues bien, ese escudo ha sido levantado y ahora los mandatarios tendrán oportunidad de actualizar -hacia arriba- los gravámenes impositivos. En síntesis, el nuevo pacto, aunque no se llama así, es un entendimiento de la corporación gobernante para procurar recursos en el único lugar que conocen: el bolsillo de la gente.
De esta facultad para aumentar los impuestos, especialmente Ingresos Brutos, dependen los 70.000 millones de pesos que, dicen, otorga el Consenso Fiscal para “reactivar” las economías regionales. No hay “dinero físico” para repartir, no se trata de un programa especial o un fondo específico que distribuye recursos conforme a algún criterio de necesidad, nada de eso, el dinero para la reactivación saldrá de la ventanilla de recaudación de cada distrito.
Así lo señala el texto del consenso que el presidente Fernández y 21 gobernadores, entre ellos el radical correntino Gustavo Adolfo Valdés, firmaron el 4 de diciembre de 2020, en el final del año de la brutal pandemia de coronavirus. El único que rechazó ese convite fue Rodríguez Larreta, enojado por los recortes de coparticipación que le había concedido en su momento Mauricio Macri. Tampoco firmaron los gobernadores de San Luis y La Pampa, que en 2017 desistieron del acuerdo fiscal propiciado por el entonces presidente Mauricio Macri. Sin embargo, San Luis y La Pampa, que tienen juicio contra el Estado (y este detalle es clave), resolvieron apoyar de palabra el nuevo enjuague fiscal de la Nación y provincias.
El consenso -ahora ley- establece una prohibición de aumentar la deuda pública y suspende procesos judiciales por la distribución de la Coparticipación Federal. 1) Las provincias se podrán endeudar, pero hasta el tope que tenían autorizado en 2020. 2) Todos los firmantes renuncian a los reclamos mediante juicios por deudas que mantenía la Nación. Lo pasado, pisado. No es la primera vez que Corrientes acepta este tipo de condiciones.
¿Cuál es el dulce a cambio de que el Gobierno central se libere de todas sus obligaciones? Ya fue dicho: la posibilidad de subir el impuesto sobre los Ingresos Brutos. Específicamente, el pacto prorroga por otro año las restricciones a la suba de impuestos que disponía el convenio impulsado por Macri.
Esta ley permitirá nuevamente a las provincias gravar con Ingresos Brutos las exportaciones y los servicios prestados en el exterior, además de posibilitar la eliminación de los topes establecidos en el acuerdo de 2017 que decrecían año a año, con lo que muchas podrán ser elevadas al nivel que tenían previamente. También elimina topes al impuesto inmobiliario y permite incrementar las alícuotas del impuesto a los Sellos, a la vez que las provincias podrán restablecer los impuestos que algunas aplicaban sobre el salario a trabajadores. Es verdad que para sortear la crisis se necesitan recursos, pero la presión impositiva no es el camino para crecer.