La verborragia imprudente
Uno de los problemas del presidente Fernández es que tiene incontinencia discursiva. El sábado defendió al avión retenido en Ezeiza, ayer llegó un informe inquietante del FBI.

El presidente de la Nación, Alberto Fernández, otra vez en falsa escuadra. Apenas un día después de que saliera -el sábado- a desacreditar las sospechas contra el vuelo y la tripulación del avión venezolano retenido en Ezeiza, el juez que entiende en la causa recibió un informe de la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos, que señala el supuesto vínculo del piloto de la aeronave con la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní (Irgc-QF) y el Hezbollah. El magistrado, llamado Federico Villena, no perdió tiempo y le dio otro giro al expediente judicial. Es lógico, el Hezbollah es el brazo armado del islamismo y está sindicado como responsable de los atentados a la Embajada de Israel en la Argentina y a la Amia.
No solo el profesor Fernández quedó en off side, y con él el gobierno argentino terminó en posición prohibida ante la mirada internacional. Podría haberse evitado si la administración del Frente de Todos -FdeT- conservaba la cautela en lugar de caer en la cerrazón que impone el fanatismo obtuso.
El problema es que el Presidente tiene incontinencia discursiva. Vicio de su antiguo cargo de jefe de Gabinete, que le daba la posibilidad de hablar de todo cuanto se le ocurriese con cierta inmunidad, ahora, en calidad de jefe de Estado sus apariciones, a micrófono abierto y sin resguardo, constituyen un salto al vacío. El sábado Fernández atendió a una radio amiga y se refirió al caso del avión retenido en Ezeiza para criticar duramente a la oposición. Aseguró que no había irregularidades y que JxC, con sus sospechas, cayó en una bajeza al traer a la actualidad el dolor de los atentados contra la comunidad judía.
Según Alberto Fernández ni el avión que Venezuela compró a una empresa de Irán, ni los tripulantes (catorce venezolanos y cinco iraníes) tenían mácula alguna. Le faltó decir lo mismo que su jefe de Inteligencia, Agustín Rossi, y su ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, que "estaban en un vuelo de instrucción". La inocente teoría que maneja el Gobierno es que los cinco iraníes estaban enseñando a manejar el avión a los venezolanos. Insólito, pero real.
El hecho es que ayer, menos de 14 horas después de las afirmaciones defensivas del presidente Fernández, el juez Villena recibió un dossier del FBI que describe que el piloto de la aeronave, Gholamreza Ghasemi tiene vinculación con la Fuerza Quds del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC-QF) y Hezbollah. Lo mismo ya había dicho el Gobierno de Paraguay a través de su agencia de Inteligencia. El avión en cuestión no pudo aterrizar en ninguno de los países de la región porque está vigente un bloqueo internacional a los movimientos sospechosos de Irán. En el único lugar donde le abrieron los aeropuertos fue en Argentina. Desde el 6 de junio la aeronave está retenida y bajo investigación.
¿Acaso el Presidente no sabía que el magistrado iba a recibir un informe del FBI, y que este podía ser negativo? Desconocimiento, torpeza, impericia, soberbia. El punto es que al profesor Fernández le gusta hablar. Si aguantaba el silencio 24 horas más se habría ahorrado otro brutal tropezón.
El informe aportado por el FBI constituye un elemento determinante que permite afinar distintas hipótesis. Todavía no hay imputación concreta, pero el hecho es que ahora en el Juzgado de Lomas de Zamora están trabajando en una línea investigativa que tiene al avión de Emtrasur como parte de una operación de inteligencia o incluso de terrorismo. Así lo señalaron distintas fuentes.
En concreto, sospechan que uno o varios de los tripulantes del avión llegaron a la Argentina con objetivos distintos al transporte de autopartes que declararon ante los organismos de control. Es decir que si hubo un vuelo de instrucción, esa instrucción tenía otra meta.