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El país que no se mira

El país se quiebra en decisiones sin mirar al interior, solamente con­centradas en las cadenas de mayor valor y cayendo en el paradigma de los 90, donde se hablaba del efecto derrame, ese que nunca llegó a las peque­ñas localidades.

La actividad pyme sigue mostrando indicadores que no marcan un despegue del sector, clara­mente las restricciones económicas, la crisis y la falta de medidas para el sector forman esa barrera de contención para el despegue de uno de los principales motores de la economía y generador de em­pleo.

Es así que la producción de la industria manufactu­rera pyme subió 1,2 por ciento anual en agosto, a valo­res reales, y tuvo una retracción de 0,5 por ciento en la comparación mensual respecto a julio, según un rele­vamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came) y que ayer publi­có la agencia Noticias Argentinas. 

De esta manera, el crecimien­to de la industria pyme viene en retroceso desde el pico registrado en marzo de 2022, al tiempo que en lo que va del año presenta una suba interanual de 2,6 por ciento. 

El Índice de Producción Indus­trial Pyme (IPIP), correspondiente a agosto, reveló que el uso de la ca­pacidad instalada de las empresas de la muestra se ubicó en 71,1%, un 0,4% por debajo de julio, con los niveles más elevados en Textil e Indumentaria (76,9%) y los más bajos en Alimentos y Bebidas (68,2%). 

Desde la entidad gremial empresaria indicaron que "la mitad de los sectores relevados aumentaron el uso de sus instalaciones en el mes, y la otra mitad lo redu­jo". 

Además, explicaron que "en muchos casos la caída no respondió a la menor demanda, sino a faltantes de insumos". 

El análisis del octavo mes del año arrojó que el 66,7 por ciento de los sectores relevados creció en la compa­ración anual y el 50% lo hizo en la comparación men­sual. 

En tanto, la mejor performance en agosto estuvo en dos ramas industriales: "Químicos y Plásticos" y "Papel, cartón, edición e impresión", ambos con un aumento anual de 9,0%. 

La peor, ocurrió en "Textiles e Indumentaria" con un retroceso de 13% en el mismo periodo.

El análisis nuevamente deja al descubierto, como la política no ofrece una red de contención al sector que motoriza economías regionales, muchas veces alejadas de los grandes centros urbanos y que representan, por caso, el único ingreso para determinada localidad del interior.

Estas cuestiones por resolver resultan las más perju­diciales para la sociedad ya que más allá de no repre­sentar un parámetro amplio en lo económico, sí afecta a determina­das regiones e induce a un estado de resentimiento económico para ella. Esa situación no permite mu­chas veces que la población, acos­tumbrada y viviendo al amparo de determinada industria pequeña, se pueda levantar ante el freno de ella como producto de la crisis, de decisiones emanadas desde el Mi­nisterio de Economía de la Nación, totalmente alejadas de ese pará­metro necesario para medir el real impacto social.

Y así el país se quiebra en decisiones sin mirar al inte­rior, solamente concentradas en las cadenas de mayor valor y cayendo en el paradigma de los 90, donde se hablaba del efecto derrame, ese que nunca llegó a las pequeñas localidades.

El consumo y la economía están ligados a la cuestión cultural, a la identificación de cada lugar donde se cen­tra la actividad y las decisiones no tienen en cuenta ese elemento clave. Así pues la situación se verá compleja a la hora de la recuperación, con decisiones oficiales destinadas únicamente a restablecer el vínculo con entidades internacionales de crédito y dejando para la última etapa (y a veces no) de estudio de las cuestiones medulares e identitarias de la economía de un país que supo ser una locomotora industrial.