Carlitos Balá ya está en la "ontananzica" de la gloria

Se llamaba Carlos Salim Balá, pero varias generaciones de argentinos lo conocieron simplemente como Carlitos Balá, el hombre del flequillo eterno y el humor sano. Fue un multifacético artista, un inefable personaje ligado a la familia y especialmente a los más chicos, pero sobre todo fue un extraordinario ser humano que sembró amistad y cosechó cariño y respeto. Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, muchísima gente salió ayer a saludar el paso del cortejo fúnebre que trasladaba sus restos para honrarlo con una sonrisa, pese a la congoja.
El epicentro de la despedida fue las adyacencias de la capilla del cementerio porteño de la Chacarita, donde sus restos fueron cremados por decisión de la familia. Pasadas las 11 de la mañana, el cortejo fúnebre partió de una casa velatoria ubicada en avenida Córdoba, con un recorrido que terminó minutos más tarde en el cementerio de la Chacarita, donde recibió el aplauso de miles de fanáticos de todas las edades.
Allí, su esposa, Martha Venturiello, estuvo acompañada por Laura "Panam’ Franco y por la cantante infantil Adriana. Entre los fans de Balá, llegaron también a la Chacarita dos colectivos de la Línea 39, y uno tenía pintada la frase "Un kilo y dos pancitos".
En esa línea de colectivos Balá comenzó a desplegar su rutina de humor e histrionismo al servicio de la comicidad, bondades que primero disfrutaron los pasajeros del transporte público y que luego le abrieron paso en la radio y la televisión. Su carrera fue extensa y exitosa, también brilló en el cine, en el teatro y hasta en los espectáculos circenses. Recorrió el país y un par de veces estuvo en Corrientes.
El viernes se conoció su deceso. Carlitos Balá tenía 97 años y según explicó su familia, el fallecimiento se produjo el jueves a la noche. Sus restos fueron velados en el Salón Juan Domingo Perón, ubicado en la planta baja de la Legislatura porteña y luego fue trasladado a la casa velatoria de la avenida Córdoba, donde su familia y su círculo más cercano pudieron despedirlo.
La muerte del legendario artista conmocionó a todo el país y tanto famosos como gran parte del arco político utilizaron sus redes sociales para dedicarle unas palabras por su enorme trayectoria y despedirlo con consideración. Se multiplicaron los mensajes con frases de su autoría como: "Sumbudrule", "Angueto quedate quieto" y "¿Qué gusto tiene la sal? Acaso la más repetida fue el latiguillo: "Ea-ea-ea-pe-pé!".
El artista que entretenía a los pequeños y hacía reír a los grandes, el que instauró el "chupetómetro" para que los chicos dejen el chupete sin llorar, aquel que atravesó la agitada historia contemporánea del país con humor sin dobleces, de pronto "dio vuelta sobre sus propios talónicos" y como "una saetrica" se disparó hacia "la ontananzica" de la inmortalidad. Se llevó nuestras mejores sonrisas. (L.A.S)