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La cuenta suma y sigue

¿Es necesario el canje de deuda que organizó Massa? Según el interés político del que responda podrá decir que sí o negarlo rotundamente. 

El canje de una parte de la deuda en pesos que anunció el ministro de Economía, Sergio

Massa y que se realizará a partir de mañana (jueves) comprende un monto de $7,3 billones, lo que representa aproximadamente la mitad del total de los bonos emitidos por el Gobierno del Frente de Todos para financiar los gastos de funcionamiento del Estado, además del dispendio subsidiario y asistencialista que caracteriza al modelo. Se estima que la deuda total asciende a $16 billones; es la gran bola de bonos, títulos y obligaciones que ahora se hace difícil de manejar y que resulta difícil de frenar. En pocas palabras la Argentina enfrenta la cuenta de la fiesta de tantos años de despilfarro. Por supuesto no hay billetera que alcance, aunque el Estado tiene la maquinita de imprimir billetes.
¿Es necesario el canje? Según el interés político del que responda podrá decir que sí o negarlo rotundamente. En la administración de los Fernández (Alberto y Cristina, porque el Gobierno es de ambos) sostienen que el reperfilamiento de la deuda es procedente. Ayuda a alisar el camino financiero estableciendo previsibilidad en una coyuntura muy difícil desde lo económico y agitada desde lo político por la cercanía de las urnas. Por su parte, la oposición salió a decir que será una operación vil y ruinosa. Ambos tiene algo de razón.
El canje comprende los vencimientos del segundo trimestre del año, de tal modo que el reperfilamiento a largo plazo le otorga tranquilidad al mercado en medio del proceso electoral. Había apuro por hacerlo, no. Sin embargo despeja el camino y corre la bomba para más adelante. Le tocará al próximo gobierno desactivarla, por eso los referentes de Juntos por el Cambio se quejan de la medida pergeñada por Sergio Massa. 
El nuevo bono que recibirán los que ingresen al canje tendrá vencimientos entre 2024 y 2025. Alargan la mecha, como se dice comúnmente.
Las versiones indican que el ministro plenipotenciario de Economía tenía decidida la maniobra antes de su participación en el foro del G20 en la India, donde se reunió con la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva y consiguió un perdón para una de las metas del acuerdo firmado el año pasado. Massa logró que el FMI flexibilice la exigencia de acumulación de reservas. ¿Qué significa esto? Argentina no puede hacer entrar dólares frescos a las arcas públicas; consecuencia: no iba a cumplir lo que pacto con el Fondo. 
A principio de febrero Massa ya había tomado la determinación de canjear los papeles que vencen en el segundo trimestre (previo a las elecciones primarias), pero retrasó el anuncio hasta tener arreglado con el FMI el perdón por el incumplimiento en la acumulación de reservas. Ahora avanzó con la maniobra y seguramente tendrá éxito porque buena parte de los bonos a canjear están en manos de organismos públicos y otra gran parte están en poder de los bancos. Los primeros están obligados a entrar, los segundos serán seducidos para hacerlo. 
El operativo seducción para los bancos será afrontado con el sacrificio de todos los argentinos dentro de un año o tal vez dos. Nada es gratis y este canje no significa una solución a la deuda, todo lo contrario representa más deuda.
¿Qué ofrecerá Massa? Cambiar los papeles que vencen por dos canastas de bonos, una que incluye exclusivamente títulos ajustados por inflación (CER), y una segunda con una combinación de 70% ajustados por CER y 30% de bonos duales -que ajustan por inflación o tipo de cambio-, con vencimientos en 2024 y 2025.
Así las cosas, el ministro de la sonrisa elástica -como sus principios- pateará la bomba para adelante. Alguien tendrá que hacerse cargo de la fiesta, o mejor dicho: de la cuenta.