El acuerdo con el Fondo y las deudas
Este acuerdo técnico, ahora en instancia de aceptación política, dentro del Gobierno generó diferencias, principalmente entre los referentes kirchneristas y quienes responden al presidente Alberto Fernández.
El anuncio en la tarde de ayer fue un alivio para el Gobierno, un bálsamo para la

administración de la cartera que comanda Sergio Massa. En síntesis: la Argentina y el FMI alcanzaron un acuerdo para la reformulación de las metas de acumulación de reservas dentro del acuerdo vigente, y, en consecuencia, el staff técnico del organismo le recomendó al directorio la aprobación de la modificación del programa en curso.
Así fue, el organismo dio a conocer los detalles con las pautas que deberá cumplir la Argentina.
La demora en cerrar las cifras empezó a acorralar a los negociadores, porque la Argentina debe pagarle al FMI USD 2.700 millones la semana que viene, según las pautas del pacto original.
Ahora el staff técnico girará el texto al board, que antes del lunes próximo tendrá que dar el visto bueno final para que se habilite un desembolso de USD 5.200 millones.
Argentina debía sumar unos USD 3.700 millones durante el primer trimestre del año, pero la sequía y el boomerang que resultaron los planes del dólar soja impactaron en forma negativa.
Hasta el momento, en lugar de sumar divisas, el Banco Central suma una salida neta de unos USD 3.500 millones y no hay posibilidades de reversión.
El dólar soja absorbió en diciembre lo que podía acumularse en enero y febrero y, en consecuencia, se cumplieron las peores advertencias sobre los efectos del plan.
Además, la sequía profundizó la falta de productos exportables ahondando el bache financiero.
Si bien el FMI habría dado el visto bueno con el tema de las reservas, será importante la determinación sobre otras variables clave, como por ejemplo la meta de déficit fiscal.
El acuerdo marca un 1,9% del PBI para 2023 con una asistencia al Tesoro no mayor al 0,6% del PBI.
A estas dos variables apunta el ala kirchnerista de la coalición gobernante, ya que considera que mantener estos objetivos significa un ajuste sobre la economía que pondrá al oficialismo en una posición muy incómoda de cara a las elecciones de octubre.
El otro punto a analizar es si las nuevas metas se calibran a partir de una modificación sin consecuencias o si la Argentina debió pedir un waiver (perdón).
Y este acuerdo técnico, ahora en instancia de aceptación política, dentro del Gobierno generó diferencias, principalmente entre los referentes kirchneristas y quienes responden al presidente Alberto Fernández.
La relación con el Fondo Monetario Internacional fue, desde el acuerdo alcanzado hace unos años por el ex ministro Guzmán, el principio de la crisis entre el Presidente y el kirchnerismo, y desde ahí la acción diario de horadar un Gobierno que de por sí no puede sostenerse siquiera con apoyos extras.
Es que la construcción política de Alberto Fernández fue nula, dilapidando casi el 80% de la imagen positiva en el inicio de la pandemia y llegar a cifras históricas de rechazo a un mandatario nacional.
Así las cosas en un país de situación "al horno", de acuerdo a los dichos de la vicepresidenta Cristina Kirchner, al hablar de instancias de recesión e inflación.
Llevará un tiempo importante regresar al camino de la actividad y el consumo, y así comenzar con un esquema de desarrollo, anhelo de la sociedad y de la democracia, que este año cumple 40 años.