El camino de brasas
El Banco Central no para de vender reservas, que siguen cayendo fuerte. El ministro Massa, en el sendero de su antecesor, Guzmán.
Con ventas por US$554 millones, el Banco Central de la República Argentina (Bcra) cerró ayer

la peor semana de intervenciones sobre el mercado cambiario de los últimos ocho meses, es decir en lo que va de la gestión del ministro "plenipotenciario" de Economía, Sergio Tomás Massa, que pareciera comenzar a transitar el camino de brasas que marcó la salida de su antecesor, el hiperacadémico, Martín Guillermo Guzmán. La inflación no tiene freno y faltan dólares. Desde que comenzó el 2023 se fueron casi US$2.000 millones; así las reservas brutas retrocedieron a US$37.665 millones, el nivel más bajo del año.
Cuando no es la pandemia, es la guerra, y si no es por el descalabro de los precios internacionales de los granos y la energía, se debe a la recesión global con inflación. Ahora lo nuevo es la sequía que -ciertamente- impactará en la producción primaria, único sector que aporta dólares genuinos al país. Y lo último, el derrumbe bancario en Estados Unidos y Europa, que también golpeó al mercado bursátil. ¿Cuánto habrá de demorar para sentirse los efectos en la Argentina? Dependerá de lo rápido que se termine la sequía, que se instaló en el país hace tres años, aunque el gobierno de los Fernández lo descubrió el mes pasado.
Como sea, excusas sobran, lo que no hay son dólares. La explicación es bien sencilla: Argentina no produce suficiente para lo que gasta y no consigue en el mercado internacional quién le preste. Es muy importante tener presente que el problema no se irá con los Fernández; cuando Alberto y Cristina dejen el Poder Ejecutivo la situación será igual, o quizás peor debido al paso del tiempo. Una corrida global como la que ocurrió en 2008, con origen en Estados Unidos, podría arrastrar a la Argentina a un subsuelo inimaginado.
El cuadro del país es lo suficientemente precario como para no diseñar algún plan -plancito, aunque más no sea- de evacuación.
Mientras, las señales negativas se siguen acumulando. Ayer el Banco Central sacrificó otros US$139 millones, solo para satisfacer la demanda impostergable, ya sea para atender pagos de deuda, de importaciones o de aquellas que se habían pactado meses atrás y cuya cancelación final fue reprogramada por la Sira. Si se toma en cuenta desde que comenzó el año, la pérdida ya se arrima a los US$2.000 millones, lo que explica la renegociación del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Se trata del peor saldo desde la primera semana de agosto pasado (lapso en que debió desprenderse de unos US$690 millones). En agosto arrancó la gestión de Massa al frente del Ministerio de Economía tras el breve interregno -un mes- de Silvina Batakis. Aquel precedente, que derivó más tarde en la instrumentación del primer "dólar soja", es muy tenido en cuenta por el mercado por estas horas. Los operadores creen que el Gobierno hará algo para frenar este nivel de sangría. Una de las opciones bien puede ser un nuevo plan de estímulo vía precio a las exportaciones.
La sequía hará caer en unos US$21.000 millones el ingreso de divisas del campo durante este año.
El Gobierno podría impulsar mayores restricciones al pago de importaciones y, eventualmente, algunas se tendrían que pagar accediendo a dólares a través de operaciones de contado con liquidación (con impactos sobre inflación y brecha cambiaria).
Para los analistas el escenario es complejo y no exento de presión. Ya no se trata solo de no poder cumplir con la meta trimestral pactada con el FMI (que disimuló un perdón para complicar la situación), sino de un nivel de faltante que podría obligar al Banco Central a recurrir a depósitos de Sedesa o incluso a oxigenarse con los encajes.